lunes, 13 de septiembre de 2010

te conozco?

Le pareció que las conocía y creyó recordar que, cuando se las presentaron le parecieron ser seres perfectamente ignorables. Pero ahora le irritaba el hecho de que no le reconocieran ni de la forma más remota ni siquiera una sonrisa confusa. De todas formas decidió mirar fija y de forma falsamente despreocupada a la que había olvidado menos. Pero de mirarla sólo logró una dudosa sonrisa de mera cortesía.
Inmediatamente Herzog se dio cuenta de que no quería hablar con nadie así que cortó todo contacto telepáticamente y se concentró en su libro, pero no pudo. Le molestaba esto de no ser recordado, no era la primera vez que le ocurría, pero él siempre recordaba el al menos haber bebido con alguien o conversado en una fiesta o haber hecho lo que fuese. Recordaba, de una forma u otra, a cada personaje incidental pero ninguno de ellos lo recordada a él. Un escalofrío recorrió su columna. Talvez él no era su protagonista, talvez él era un incidental.
Recordó algo que le había ocurrido hace unos días cerca de allí, en una calle extraña que nunca había usado y a la cual había llegado por equivocación. Había encontrado una colilla de su propio cigarro de tabaco artesanal, con su misma marca de filtro y papel. Sabía que nadie más fumaba de su marca. Recordó cuando se encontró con su doppelgänger. Debe haber sido cuando tenía 12 años. Había ido a un hotel en el Valle del Elqui. Cuando entraron, la recepcionista les dijo "hola denuevo" y cuando le preguntaron porque dijo eso ella apuntó a Herzog y sentenció "él acaba de entrar e irse". Herzog no entendió esto y salió del hotel y fue allí cuando lo vio. Su doble exacto subiéndose a un auto y alejándose. Y ahora parecía haber encontrado una huella del otro él. Pero un pensamiento nefasto lo atacó. Talvez él era el doble; él era el"otro yo". El reflejo.

Un día. Luego de no haber sido reconocido por una mina a la que había ofendido se dio cuenta de que había algo bueno en esto de no ser memorable. Era como si cada día fuese socialmente nuevo. Decidió cambiar su vida.
Comenzó a leer sus textos en bares, a sentarse en mesas de desconocidos que, después de todo, volverían a ser desconocidos. Le dio rienda suelta a su demencia, hablaba con sus fantasmas y bailaba con sus poltergeists. Dejó sus modales, eruptaba contento tras cada trago, dejó crecer su barba y se permitió engordar, dejó de afeitarse y se vestía., absolutamente, como quería. Después de todo él solo era una nota al pié de página en la vida de otros. Pero su nueva vida comenzó a hacerlo reconocido. Aparecía en las conversaciones, se hablaba de aquel poeta desaliñado que aparecía en noches lunares en bares frecuentados por nadie, que bailaba con sombras. Del personaje vestido como... personaje. Dejó de ser olvidado, su total confianza en lo efímero de su presencia lo hizo reconocible. Gente extraña que él no recordaba lo saludaba en la calle, lo invitaban los desconocidos a sus mesas. Su nombre apareció en google. Estaba desesperado, su propia fantasmagoricidad lo había hecho reconocible.



1 comentario:

Diaboletta dijo...

está la raja esto, Sergio. creo que han definido algo desesperantemente importante aqui