lunes, 13 de septiembre de 2010

Debió gritar

Se sirvió otro vaso de lo que fuese que estaban tomando, en realidad le importaba poco y ya estaba en la etapa en que bebería lo que fuese. No sabía cuánto más podría beber en este punto pero de todas formas bebió otro sorbo. Todo su cuerpo tembló en un terremoto alcohólico, pero hace rato que ya no estaba sobrio así que esto le importó poco.

Le dieron ganas de gritar por el puro gusto de gritar y eso era algo que él era capaz de hacer pero también le dio flojera el tener que explicar porque lo había echo, a pesar de que con un "grité porque quería" hubiese bastado, especialmente con sus amigos que eran de los que gritan por el puro gusto de hacerlo pero con éstos amigos Herzog se sentía el más conservador del grupo, y probablemente lo era. Prefirió prender otro cigarro. Trató de contar cuantos cigarros le quedaban pero al único cálculo al que pudo llegar fue a un bíblico "cuarenta", que, en todo caso, significaba "más que suficientes". Al verlo con los cigarros ella le pidió uno. Ella solía fumar mierdecillas mentoladas (lo que, de todas formas, era predeciblemente femenino) así que a Herzog le gustaba cuando Abigail le pedía uno de sus Lucky Strykes. Luego ella agregó

-Cuántos te quedan?--preguntó esto no porque quisiese pedirle más, sino porque sabía que Herzog podría necesitar sus cigarros. La única respuesta en la que él pudo pensar fue “cuarenta” considerando esto un chiste. Nadie comprendió el chiste, nadie lo comprendió como chiste. Fue siquiera un chiste?. "No importa" se dijo a sí mismo, muchas veces ha tenido que decirse eso luego de un chiste algo que sólo él pudiese considerar, vagamente, gracioso para alguien o para él mismo.

Todos conversaban animados. Acababa de presentarles a Abigail y ella ya bromeaba y decía garabatos con soltura. Todos eran sus buenos amigos pero aún así Herzog había encontrado la forma de sentirse excluido y solo. Tomó la mano de Abigail y le dio un beso en la comisura de sus labios luego la miró a los ojos y le sonrió directo desde su corazón. Pero todas estas acciones fueron planeadas y calculadas fríamente, todo fue tan cerebral. Herzog no lo había hecho intencionalmente. Era que, cuando se encontraba a sí mismo solo (cuando él se encontraba solo) comenzaba con toda una serie de síntomas relacionados con ataques de pánico y uno de aquellos síntomas era el que todas sus acciones, actitudes, palabras y emociones se volvían mecánicas, ridículamente cerebrales y calculadas. Herzog hace todo lo posible, todo lo que esté en sus manos para actuar con mayor naturalidad; pero todo lo que tiene en las manos no es mucho. El síntoma mis curioso es que todo lo que hagan los demás le parece forzado e incomodo, como si todos fuesen males actores en una mala obra de teatro. Pero hay "otros", otros que se ponen a hablar cuando Herzog esté en este estado. No le gusta llamarlos "las voces en mi cabeza" prefiere algo más en la onda de "amigos imaginarios para adultos" aunque ni Herzog mismo se considere un adulto.

-De todas formas no creo que alguien lo considere un adulto

-Pero si tiene 22 nomás

-Muchas personas son adultas a los 22

-Pero no Herzog

-No Herzog. Probablemente nunca llegue a ser un adulto

1 comentario:

theraphosa dijo...

y así con los fantasmas...