domingo, 27 de junio de 2010

"Al principio
cuando los vi
pensé en matarme
ahora creo que es mejor
matarlos a todos ellos"

Cambia las pastillas por balas
oh nena!
Dadme un rifle con mira telescópica
voy a equilibrar la balanza

martes, 22 de junio de 2010

Vomité toda mi demencia
sobre ella
pero eras tú
quien me sujetaba el pelo
Hagámonos invisibles
no hay que esforzarce.
Hay que hacer un esfuerzo
para ser visibles
y sé como
no nos gusta
esforzarnos
Un gato negro
se cruza en mi camino
Bien!
Porfin algo
va a ocurrirme
me cruzo en el camino
de los gatos
persigo perros
me atropellan
las palomas
Sudo tinta
tengo el cuerpo
empapado de palabras
soy un ansioso
me sudan las manos
y mancho todo
de azul
Las gaviotas se ríen
y somos los únicos
en la playa
Solo, me doy cuenta
de estar solo
e intento converzar
conmigo mismo
pronto se ocupan
todas las sillas
no reconozco a todos
no sé lo que beben
converzan entre ellos
algunos se van
otros llegan
no todos dicen adios
no todos dicen hola
al menos no a mi

domingo, 20 de junio de 2010

Ni aunque nos golpeara en el cara,
no reconoceríamos a la felicidad
y lo único que hace
es golpearnos en la cara

viernes, 4 de junio de 2010

“-Vivimos un solo día real, en el que recordamos falsas memorias de haber vivido muchos más- sentenció el Yeti
-¿Es hoy?-preguntó el despechado
-No-“

Derivando por la ciudad vieja Herzog se dio cuenta de que estaba debajo del edificio de ladrillos rojos de Natalia. Vio su reloj y los números distorsionados le dijeron que ella seguía en la cama. Recordó los días buenos. Así que sujetó a una de las bolsas que flotaban alrededor, la puso sobre su cabeza y se elevó rápidamente hasta el piso de Natalia. Sin romperla disolvió la ventana y se propulsó hacia dentro; su ropa se desvaneció en el aire y aterrizó ligeramente en la cama, al lado de Natalia, que comenzaba a estirarse, y sin dejar de elongar sus largos brazos blancos le dio un beso suave en los labios a Herzog.
-Te echaba de menos, Herzi- dijo con un aliento dulce, empalagoso ,por la mañana- es bueno que sueñes conmigo-
-Si, amor. Siempre que estoy contigo es un sueño- y se acercó a besarla, pero la total ligereza y despreocupación con la que Herzog tomó su declaración le molestó a Natalia, quien corrió la cara.
-No, Herzog. Esto si es un sueño. Piensa en como entraste-
-Volé con una bolsa- dijo casi infantilmente y con un dejo de orgullo.
-Eso no es normal-
-Pero si antes hice lo mismo en la ciudad de los gnomos-
-Eso no pasa en “el mundo real”-
-Pero este es el único mundo real que conozco-
-¿Cómo? ¿No recuerdas el estar despierto?-
-Estoy despierto ahora- Herzog comenzaba a darse cuenta de su situación- Siempre lo he estado-
-No, Herzog. Estás soñando. Cuando sueñas el tiempo se distorsiona, probablemente sólo estés durmiendo una siesta ahora. Yo soy un personaje en tu sueño- y se acercó a Herzog para besarlo de forma más profunda y terminar con la conversación, pero eso ya no era posible.
-Pues no quiero despertar-
-No es esa la idea, Herzi-
-¡Pero no!, Me niego a despertar- y golpeó la cama con su puño. Esto lo hizo despertar a otro sueño. Ahora los ojos de Natalia eran de otro color.
Herzog aceptó su condición de soñador. Y amó a Natalia hasta que el sol volvió a salir y despertó a otro sueño.

jueves, 3 de junio de 2010

V de Valerie

POR ALAN MOORE

No sé quien eres. Por favor, créeme. No hay forma de convencerte de que este no es otro más de sus trucos, pero no me importa. Soy yo, y no sé quién eres pero te quiero. Tengo un lápiz. Uno pequeño que ellos no encontraron. Yo soy una mujer. Lo escondí dentro de mí. Tal vez no vuelva a escribir otra vez, así que esta es una carta larga sobre mi vida. Esta es la única autobiografía que escribiré y, dios mío, la estoy escribiendo sobre un trozo de papel higiénico.

Nací en Nottingham en 1957. Ahí llovía mucho. Cuando pasé a la secundaria me mandaron a una sólo de de chicas. Yo quería ser actriz. Conocí a mi primera enamorada en la escuela. Su nombre era Sara. Ella tenía catorce años y yo tenía quince, pero ambas estábamos en la clase de la Srta. Watson.

Sus muñecas. Sus muñecas eran hermosas.

Me senté en clase de biología, frente a un feto de conejo dentro de una botella de formol., escuchando al profesor Hird decir que lo nuestro era una fase adolescente que la gente supera… Sara la superó. Yo no.

En 1976 dejé de fingir y llevé a una chica llamada Christine a mi casa para que conozca a mis padres. Una semana después me mudé a Londres, matriculándome en una escuela de actuación. Mi madre dijo que rompí su corazón, pero mi integridad era lo que importaba. ¿Es eso tan egoísta? La integridad parece tan poca cosa, pero es todo lo que hemos dejado en este lugar. Es la última pulgada de nuestro ser…

… Pero es la única donde somos libres.

Londres: era feliz en Londres. En 1981 interpreté a Dandini en Cenicienta. Mi primer papel. Mi mundo era raro, susurrante y ocupado, con multitudes invisibles detrás de las grandes luces y todo el glamour fascinante. Era emocionante y también solitario. En las noches podía ir al Gateways o algún club de esos, pero yo era reservada y no me adapté fácilmente. Vi a mucha gente de la farándula, pero nunca me sentí cómoda ahí. Muchos de ellos solo querían ser gays. Era su vida, su ambición, todo sobre lo que hablaban… Y yo quería más que eso.

El trabajo mejoró. Conseguí pequeños papeles en películas, luego otros más importantes. En 1986 protagonicé “The Salt Flats”. Le gustó a la crítica, pero no al gran público. Conocí a Ruth trabajando ahí. Nos enamoramos. Vivimos juntas y en el día de San Valentín ella me envió rosas y, dios mío, tuvimos muchas. Esos fueron los mejores tres años de mi vida.

En 1988 llegó la guerra…

… Y después no hubo más rosas. Para nadie.

En 1992, después del golpe de estado, empezaron la persecución a los gays y lesbianas. Apresaron a Ruth mientras salía de compras. ¿Por qué nos tienen tanto miedo? La quemaron con colillas de cigarro y la obligaron a decirles mi nombre. Ella firmó una declaración diciendo que yo la seduje. Yo no la delaté. ¡Dios mío! La amé. Yo no la delaté… pero ella sí. Se suicidó en su celda. No pudo vivir con el peso de la traición, por haber dado aquella última pulgada de sí.

Oh, Ruth.

Vinieron por mí. Me dijeron que todas mis películas serían quemadas. Me raparon. Metieron mi cabeza dentro de la taza del inodoro y contaban bromas sobre lesbianas. Me trajeron aquí y me drogaron. No puedo sentir mi lengua. No puedo hablar. La otra lesbiana que estaba aquí, Rita, murió hace dos semanas. Creo que moriré muy pronto.

Es raro que mi vida pueda terminar en un sitio tan terrible como este, pero durante tres años tuve rosas y no tuve que pedir disculpas a nadie. Debería morir aquí. Cada pulgada de mi ser debería perecer…

…Excepto una.

Una pulgada. Es pequeña y delicada y es la única cosa en el mundo que vale la pena tener. No debemos perderla jamás, o venderla, o entregarla. No debemos permitir que nos la arranquen.

No sé quien eres, o si eres un hombre o una mujer. Nunca podré verte. No podré abrazarte o llorar a tu lado o emborracharme junto a ti. Pero te amo. Espero que escapes de este sitio. Espero que el mundo cambie y que las cosas mejoren, y que un día la gente tenga rosas otra vez. Desearía darte un beso.

Valerie