miércoles, 15 de abril de 2009

Fragmento

Miró su reloj por tercera vez consecutiva en menos de dos minutos, cada vez que veía el reloj olvidaba que hora era la última vez que lo vio y, por lo tanto, le era imposible averiguar cuanto tiempo había transcurrido. Obsesivamente seguía consultando l ahora y olvidándola, se sentía como un pez. Hizo esto cinco veces más y pudo calcular que llevaba al rededor de cinco minutos esperando. En realidad eran diez minutos, pero el sentía que habían sido como veinticinco.

Dirigió su mirada al especio vació en medio de la habitación y siguió con detenimiento el vuelo de las moscas que revoloteaban ociosas, como él, como solo las moscas -y él- pueden, armó estructuras imaginarias dibujadas por el vuelo en picada, los giros en U y las espirales de las moscas. Recordó como , en todos sus sueños, él puede volar y se tentó con la idea de saltar por la ventana y comprobar si esto era sueño o realidad; porque si era un sueño lo estaba desperdiciando (aunque si fuese realidad también lo estaba desperdiciando). Pero las ventanas estaban bloqueadas y no había posibilidad de romperlas, todo esto para impedir suicidios

“Una sociedad que impide que la gente se mate pero que no impide que la gente quiera matarse” pensó. Miró un rato por la ventana del piso veintitrés. “las personas parecen hormigas”, pero lo mejor era el tráfico. Ver el tráfico vehicular pero no oírlo es una experiencia sobrecogedora

1 comentario:

C. dijo...

creeme que eso fue un dia similar que tuve, pense en saltar, para la proxima y un piso mas arriba.